Resumen
Esfuerzos para fomentar los procesos de desarrollo económico frustran a los economistas. Estrategias que son efectivas en algunas regiones geográficas fallan desconsoladamente en otras. En más, el crecimiento económico no necesariamente realza el bienestar humano. La comprensión de lo esencial que es la riqueza económica mundial para el desarrollo de la humanidad y una sociedad global en paz, engendra aún mayor frustración. La Prosperidad de la Humanidad, una declaración presentada en 1995 por la Comunidad Mundial Bahá’í, reconoce el rol esencial de la ciencia de la economía en darle impulso al potencial humano. Aunque para los científicos sociales muchos de los valores y principios necesarios referidos en la deciaración no son nuevos, la aceptación de la “unidad del género humano” y la visión de prosperidad mundial fundamental a todos los planes de interacción humana, ofrecen un program de acción para lograr prosperidad mundial que desata el potencial humano junto con sus capacidades y opciones. Desde finales del siglo dieciocho los econonustas han diseñado modelos que primordialmente reflejan las estructuras politicas y socioeconómicas de la sociedad occidental. Enseñanzas religiosas acerca del carácter de la humnanidad no forman parte de la teoría económica mode ma porque las doctrinas religiosas del pasado no dan explicación referente al comportamiento humano observado. La sociedad occidental demuestra una orientación materialista. Los economistas suponen que las decisiones económicas se basan en un interés propio racional. En La Prosperidad de la Humanidad, un nuevo concepto de la realidad del carácter humano según los escritos bahá’ís abre el diálogo entre los pensadores religiosos y los economistas. La unidad del génera humano y las actividades impulsadas por esta premisa proveen nuevas hipótesis para el diseño de estrategias económicas conducentes a la prosperidad.
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